Aproximación-Distanciamiento/ Oscar Gavilan

Aproximación – Distanciamiento
Oscar Fabián Gavilán Ortiz



“…Como no los dejaban emborracharse con el licor que se embriagaban los blancos, los negros aprendieron a emborracharse con ritmo, y el ritmo del baile se convirtió para los negros en aquello por medio de lo cual podían relajar su cuerpo, distenderse, descansar y revivir para poder seguir trabajando a la semana siguiente. Es decir, el baile, el gesto y el ritmo negro se constituyeron en aquello, a través de lo cual un grupo de hombres sobrevivió como población y como cultura”

J. M. Barbero-Dinámicas Urbanas de la Cultura



El breve trayecto que pretende recorrer esta mirada de la producción artística se sitúa desplazándose, en los últimos años en los territorios de Lota. Aunque no ensaya ser una verdad empírica aleve, sino más bien una visión eminentemente barroca, es solo un punto de vista que “… no es nunca una instancia a partir de la cual se capta una forma, es una instancia a partir de la cual se capta una serie de formas en sus pasajes, sea como metamorfosis –pasaje de una forma a otra-, sea como anamorfosis – pasaje del caos a la forma” (1), un punto de vista afectado de pluralismos de puntos de vistas y que bajo los cuales puede darse la verdad de una perspectiva singular que acontece y que deposita totalidad.
Este punto de vistas con atisbos descriptivo-explicativos, especie de conato de preguntas-respuestas, toma como punto de partida la fractura acontecida en la grieta transversal dejada por la clausura discursiva, si la tuvo, del régimen militar, esa culminación que hasta hoy acentúa sus sedimentos en diversos campos, que desveló todos los senderos posibles de transitar con una libertad no-simulada más, con plena determinación para circular por territorios posibles de abordar, afincando la idea de retomar lo que realmente deseábamos construir como Lotinos, como hijos de mineros y no-mineros apuntando siempre a ese centro seguro y aglutinador que era la mina: el sindicato, el pabellón, el pan amasado, Lota Green, la feria, la playa y todo acontecer que circulaba en torno a lo que más de un experto empírico fatuo podría llamar cultura lotina, minera, obrera, sindical, pueblo. Insospechadamente el devenir de esta clausura nos lanzó a lo inesperado, a un fin nunca propuesto, pues la recuperación del poder, de los espacios políticos, culturales y de lo público no aseguró contener el carácter-identidad de pueblo-ciudad industrial carbonífera, pues los tentáculos globalizadores del capitalismo y sus argumentos dislocaron esas pretensiones liquidando el discurso concéntrico de ciudad minera para disiparla en un collage de posibilidades de mercado que nos arrojó al sinsentido.
A pesar de estos quiebres paradigmáticos que cambiaron los modos de vida en la ciudad, que desestructuraron el sintagma carbón-minero-sindicato-izquierda-obrero-pan, desterritorializando además los circuitos económico-políticos-culturales de “lo Lotino”, podemos presuponer, desde la subjetividad y experiencia individual que se envuelven en estos pliegues que la incesante producción artística y sus prácticas nunca han estado ajenas en estos territorios a pesar de las aceleradas transformaciones que le son inherentes a esta ciudad inserta en los bordes de Latinoamérica.
¿Cuáles han sido los acontecimientos sociales que han reorientado las prácticas y producción-creación en el campo del arte en el territorio Lota?, ¿Qué y cómo es el arte en el espacio cultural lotino?

Hay dos acontecimientos socio-históricos significativos en la transformación de las prácticas y producción-creación artística en Lota que debieran ser considerados, uno de ellos es la disolución de la dictadura. Esta primera factura posibilitaba una cuasi-libertad democrática para que la población pudiera determinar su gobierno y poder local. La década de los 90 pletórica de deseo expande sus posibilidades de producción a través de jóvenes y no-jóvenes, no-militantes y militantes creativos organizados y colmados de consigna, los jóvenes artistas, artistas mineros y no-mineros vieron en las prácticas artísticas síntesis discursivas para sostenerse ante el estado-empresa-cabria que se deslizaba cientos de kilómetros bajo tierra hasta llegar a los sedimentos. Estos productores abordaron una producción cuyo sentido estaba determinado por la historia del minero-obrero-proletario que re-presentaban, aunque los tintes mezclados con consignas anti dictatoriales eran aun visibles, hasta aquí las producciones de arte no solo fueron un cúmulo de flujos agenciados con la historia social, sindical, popular, a través de organizaciones políticas, juveniles, estudiantiles, eclesiásticas de educación popular, con dirigentes y sujetos, donde lo minero-obrero-sindical aún permanecía como representámen fundamental en cada signo de lo que hasta entonces aún denominábamos creación. Por su lado la figura del estado-empresa del carbón hasta entonces mantuvo relaciones con ciertos creadores locales (del arte cuasi-institucional), incentivando acciones artísticas, el folclore y la disposición de espacios para estas prácticas.
Gran parte de la producción desplegada entre factura y fractura, fue eminentemente simbólica, rígida, de lectura cuasi unilateral, de significación devenida vida minera, aquí el movimiento obrero sindical y la actividad política partidista se diluyeron entre campo y campo.
En sus relaciones materiales lo artístico cultural como producción transitaba entre la literatura-poesía social, política y obrera, entrecruzándose con muralistas militantes que desplegaban consignas sobre murallas que se disolvían en discursos ekphrasticos de los textos-producciones de campos similares, ambas ligada históricamente a la militancia de partidos de izquierda como práctica-protesta anti-dictadura y por lo cual el discurso político, obrero y sindical se plasmaba en los muros-caratula como síntesis de acontecimientos que de ellas transitaban y luego como práctica comunicativa de las campañas insipientes para poseer el poder local. A lo lejos la pintura de caballete, académica y melancólica asomaba como conocimiento-culto cuasi-revolucionario. Con otras caretas el teatro era acogido en instituciones educacionales, seculares y populares. De otras esquinas melancólicas miraban el folclore y cantores populares el devenir de los acontecimientos haciéndolos baile y canción.
La entrada en escena del nuevo poder local-municipal pretendió delinear políticas artísticas culturales con el fin de aglutinar, reorientar en un solo discurso a los productores bajo una mirada institucional impregnada de las mismas relaciones emanadas de la historia local. Ciertos partidos de izquierda participantes del poder y la negación concertada de estos, vieron en la creación-producción una actitud ética, inherente al que hacer partidista, que acompañaba las conductas dirigidas para progresar moralmente después de haber luchado, para volver más justas las relaciones sociales, para hacer más humana y dócil las prácticas pragmáticas y materiales que comenzaban a tener las acciones políticas partidarias en sus inocentes disputas por dictaminar la vida. Hoy día al discernir sin inocencia muchas de estas prácticas las podríamos interpretar como simples objetos al servicio de un marketing proselitista y pseudo-educador.

Hablar de producción-arte y sus motivaciones actualmente en Lota significa decodificar los cambios ocurridos después de la segunda fractura “cierre de las minas del carbón”. Este cambio paradigmático producido por tal quiebre socio-cultural inicia un tránsito del sentido al sin sentido, desestructurado las categorías sociales y las relaciones de producción, transitando de un suelo firme y fértil a uno inestable en la arena movediza de las inseguridades en que los pocos vestigios de sentido son agrupados por la máquina social-capital bajo la sigla “lota sorprendente” decodificándolos en trazos de circuitos turísticos posibles como única re-inserción en el mercado de los patrimonios.
Los desplazamientos inciertos de la identidad dan paso a una marginalidad lanzada a cortes de márgenes aún más al límite de lo urbano-pueblo, a las fronteras de la imaginación que permite mayores elementos para la creatividad de los artistas cultos y populares, aquellos que sienten ¿Una derrota insospechada o el triste devenir de las territorializaciones del capitalismo? Por ahora esta fractura de la fractura, o más bien sus intersticios, se forman como pliegues que envuelven la historia ocurrida, oculta y recubierta en cada uno de nosotros como tragedia o como fenómeno que permite simplemente producir realidad a través del deseo como única salida.
Acercándonos al lenguaje de lo post, podríamos decir que lo ocurrido en Lota es un quiebre inquietante como superposición de la máquina social sobre la maquina despótica, consideremos aquí que el rol del estado era parte fundamental en la interpretación de sentido de los sujetos, les entregaba seguridad, les daba la forma a su estructura de vida inmodificables, en cambio ahora el sentido-identidad debe reconstruirse desde sus sedimentos y esquirlas a través de las imágenes del mercado “ya no tenemos empresa que nos reponga gratuitamente las ventanas rotas, ahora debemos pagarlas”.
El artista neurótico militante se quedó instalado en los viejos territorios, en los residuos arrojados por este salto de la representación local de la máquina despótica a la máquina capital, ahora el deseo ya no posee el padre-empresa que le da todo para desplegarse en el consumo impuesto al filo de las reglas impuestas, más aun ya no posee el gran-relato político que lo delimita éticamente en base a reglas simbólicas totalizantes.
En estas nuevas circunstancias, en que el mercado transnacional, la globalización y la irrupción de las tecnologías que no están ajenas rehacen el imaginario, hacen que el deseo se desarrolle en el objeto del deseante construyendo una nueva realidad. Así se des-hacen los nuevos artistas deseo-cuerpo, nuevas máquinas esquizo productoras de realidad, que conviven con un no-padre moralizante, con relaciones de producción en proceso que reterritorializan los campos minados por completo ya en sus fugas ya en el capital.
¿Serán estas dos fracturas las verdaderas rupturas que han servido de materialización del deseo en nuevas producciones y prácticas de arte en Lota?
¿Por qué producción arte en Lota?, ¿Si la cultura es patrimonio acumulado y crecimiento en permanente renovación donde cumple un rol fundamental la creación y creatividad de artistas, entonces cual es el aporte del arte a este nuestro patrimonio?, ¿Cuáles son las motivaciones de los artistas, gestores culturales, agentes culturales e instituciones por generar acciones o incentivar la producción de arte en lota?, ¿Por qué y cómo se ha llegado a las nuevas formas de producción?, ¿Cuál es la función de sujetos y colectivos actuales en estos procesos artísticos-culturales que se vienes gestando post cierre de las minas del carbón?
Tal vez las rupturas-fugas y respuestas vienen por otro camino danzando silente de las nuevas maquinitas deseantes de arte.











Notas
(1) Ideas extraídas de Conversaciones, Deleuze.
Lecturas de interes:
Capitalismo y esquizofrenia. Deleuze-Guattari
El espacio cultural latinoamericano, bases para una política cultural de integración. Garretón, Martín-Barbero, García Canclini.
Dinámicas Urbanas de la Cultura. Jesús Martín- Barbero.


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